Homilías
CONFIANZA
Con la confianza, el manantial de la gracia desborda en nuestras vidas
¿No te da miedo? ¿Te atreves?
Breve reflexión sobre los textos bíblicos del Sexto Domingo del Año Litúrgico: Jeremías 17; Salmo 1; Primera Corintios 15; Lucas 6.
Seamos bien sinceros y pongámonos en el caso de estar con un serio problema económico, cómo nos sentimos… o si estamos verdaderamente pasando hambre… o nos sentimos odiados, excluidos, insultados o calumniados. Son situaciones que – evidentemente – no queremos ni para nosotros ni para nuestros seres queridos. Si esto es así, no podemos entender cómo Jesús haya podido decir: “Felices los que tienen hambre; felices los que lloran; felices los excluidos; felices los insultados” … etc. Es lo que acabamos de escuchar o leer del Evangelio de san Lucas. En otros evangelistas se habla de las “Bienaventuranzas”. ¡Parece una locura!
Parece una locura, una locura de Jesús. Pero, ¿acaso Jesús no vino a traernos la Buena Noticia? ¿Y esto es “Buena Noticia”? Es una locura… si no le encontramos una explicación. La única explicación está en una profunda actitud del corazón: la CONFIANZA… confianza en Dios, confianza en Jesús.
Es la CONFIANZA el tema clave de los textos bíblicos de hoy.
En el profeta Jeremías leemos “¡Bendito el hombre que confía en el Señor y en Él tiene puesta su confianza!”. Lo compara a un árbol frondoso que extiende sus raíces hacia la corriente de aguas y nunca deja de dar frutos. Hundió sus raíces en Dios. Una imagen semejante la encontramos en el Salmo 1 que se lee hoy.
San Pablo, en su carta a los corintios que se lee hoy, tiene un argumento para convencernos que la CONFIANZA en Jesús es la opción más segura: el argumento se basa en la resurrección de Cristo: Él resucitó y nos garantiza nuestra resurrección. Ésta es nuestra ESPERANZA y en Él ponemos nuestra CONFIANZA.
Volviendo al Evangelio de hoy, vemos a Jesús eligiendo a sus apóstoles y luego se dirige a una muchedumbre de seguidores a quienes motiva a ESPERAR con CONFIANZA, a pesar de las contrariedades que nos presenta la vida. Esperar con confianza a pesar de la pobreza, las penas, el dolor, las enfermedades, las incomprensiones, las injurias. Ésta será la misión que corresponderá a los apóstoles difundir. Tendrán que ser los Misioneros de la Esperanza.
Saltémonos veinte siglos y veamos nuestro mundo actual. ¿Acaso no es lo mismo lo que estamos necesitados hoy?
No hace mucho, el Papa Francisco nos decía: “Sólo la confianza, nada más: No hay otro camino por donde podamos ser conducidos al Amor que todo lo da”. Luego, citando a Santa Teresita, añadía: “Con la confianza, el manantial de la gracia desborda en nuestras vidas, el Evangelio se hace carne en nosotros y nos convierte en canales de misericordia para los hermanos. Es la confianza la que nos sostiene cada día y la que nos mantendrá de pie ante la mirada del Señor cuando nos llame junto a Él”.
Sea el problema que sea; tengamos la dificultad que tengamos, miremos a Jesús y digámosle: “Jesús en Ti confío”.
DIOS Y HOMBRE VERDADERO
Reflexión sobre los textos bÃblicos del Tercer Domingo de Pascua – 250504
Cuando estoy con problemas ¿ConfÃo en Jesús que me inspirará el modo de resolverlos? ¿Procuro imitar a Jesús en los gestos humanos que están a mi alcance, en la vida doméstica o en la vida laboral? ¿Me he dejado encantar o conmover por la grandeza divina de Jesús? ¿Amo a Jesús como AMIGO y lo adoro como DIOS?