Homilías
PURÃSIMA – LLENA DE GRACIA
Solemnidad de la Inmaculada Concepción. Domingo 8 de diciembre de 2024
¿PURÃSIMA, INMACULADA o LLENA DE GRACIA? Los tres atributos con que los cristianos devotamente nos referimos a la Madre de Jesús, demuestran que la veneramos y amamos de todo corazón. En realidad, no son sólo estos tres: son innumerablemente más… y, en verdad, uno podrÃa tener legÃtimamente éstas u otras preferencias.
Génesis 3; Salmo 97; Efesios 1; Lucas 1
“PURÍSIMA”. “Bendita sea tu pureza/ y eternamente lo sea/ pues todo un Dios se recrea/ en tan graciosa belleza”: ¡Qué bellas palabras! Nos ayudan a evocar todo lo bello de la naturaleza, desde la grandiosidad de los paisajes, la transparencia de los cielos, hasta la delicadeza de las flores.
“INMACULADA”: Sin mancha; sin la mancha del pecado, ni siquiera el pecado original, creativamente descrito por el autor del Libro del Génesis en la primera lectura bíblica del día 8 de diciembre. El concepto nos lleva espontáneamente a dolernos de nuestros pecados personales, los pecados del mundo, nuestras debilidades, nuestras limitaciones, nuestras faltas voluntarias o incluso involuntarias, en contraste con la figura trasparente de María. Con razón, la humanidad dolida y avergonzada por sus innumerables caídas, ha aplaudido gozosa y agradecida el dogma de la Inmaculada Concepción. La Virgen quiso “respaldar” esta decisión de declararla “Inmaculada”, haciéndose presente y derramando innumerables favores en Lourdes. La devoción de los fieles ha instalado innumerables “grutas” en templos, parques, jardines públicos y en casas particulares, replicando el lugar donde la Inmaculada se hizo presente.
“LLENA DE GRACIA”: Es interesante observar que este atributo de María, ¿quién se lo dijo a Ella? No fue ni un hombre ni una mujer ni un niño o niña. Fue el Ángel Gabriel, cuando la saludó: “Alégrate, llena de gracia”. Lo leemos y escuchamos en el trozo evangélico del 8 de diciembre y lo repetimos cincuenta veces cuando rezamos el rosario.
¿Y qué es la GRACIA? Imaginémonos que nos llega de regalo un precioso paquete con una linda tarjeta con nuestro nombre, de parte de Dios. Nos preguntamos qué cosa nos ha enviado Dios con este hermoso envoltorio. Lo abrimos, y adentro está… ¡DIOS EN PERSONA!
La Gracia es Dios mismo que se regala gratuitamente a quien está dispuesto a recibirlo. No es la simple vida que Dios les da a las plantas y animales. Es más. Tampoco es la vida natural que Dios nos da a todos los seres humanos en el momento que somos engendrados y concebidos. ¡Es más!... algo infinitamente mayor: ES DIOS MISMO QUE SE REGALA GRATUITAMENTE A QUIEN ESTA DISPUESTO A RECIBIRLO.
Cuando yo abro mi corazón a la Palabra de Dios; cuando yo le digo a Jesús “te creo, muéstrame el camino, llévame al Padre”; cuando decimos “Ven Espíritu Santo, enciende en nuestros corazones el fuego de tu Amor”, estamos haciendo un “acto de Fe” y Dios nos da su Gracia, se nos da Él mismo. Cuando mis padres y padrinos me llevaron a la pila bautismal y solicitaron para mí el Sacramento del Bautismo, Dios mismo sembró en mi alma la “semilla de la Fe”. Esta semilla iría germinando, creciendo y dando sus frutos en la medida de mi receptividad a tan maravilloso regalo, con la ayuda y ejemplo de mis padres y las enseñanzas de mis maestros. Cuando yo le dije a mis padres “Yo quiero recibir a Jesús” y recibí innumerables veces el Sacramento de la Comunión, Dios me ha ido colmando con su Gracia, con su Vida Divina. Cuando dijimos “Aquí estoy, Señor, para hacer tu Voluntad” y recibimos el Sacramento de la Confirmación, Dios ha seguido llenando nuestra alma con su Vida Divina. Cuando los esposos se entregan en el mutuo amor, dando vida en el Sacramento del Matrimonio, Dios los colma con su Gracia, llenándolos de Vida Divina.
Es maravillosa la Vida de la Gracia en nuestras vidas. María la recibió en plenitud, desde el momento de su Concepción. Así lo creemos y así lo afirmamos: AVE MARIA, LLENA DE GRACIA.
Para terminar, nos preguntamos:
HIJO MUY QUERIDO
Reflexión a partir de las lecturas bÃblicas de la fiesta del Bautismo del Señor
Dios nos considera sus "hijos queridos". ¿Cómo podemos responder a tanto amor?