Homilías y Reflexiones

PERSEVERAR e INTERCEDER

Homilía del 29° domingo del Año Litúrgico ciclo C

¡Ya lo dije y no pienso decirlo de nuevo!” “Ya lo pedí y no me hicieron caso… ¿para qué voy a seguir insistiendo?”

            “¡Ya lo dije y no pienso decirlo de nuevo!” “Ya lo pedí y no me hicieron caso… ¿para qué voy a seguir insistiendo?” Éstas y otras frases parecidas escuchamos diariamente y – a veces – somos nosotros los que las decimos. Indican cansancio, aburrimiento, desánimo, desilusión, amargura, desconfianza o falta de esperanza. Sean como sean, no nos hacen bien. Hay que luchar contra esos sentimientos.

            Hoy las lecturas bíblicas de este 29° domingo del Año Litúrgico quieren levantarnos el ánimo, animarnos en la confianza. San Pablo le dice a su discípulo Timoteo: “Toda la Escritura está inspirada por Dios, y es útil para enseñar y para argüir, para corregir y para educar en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté preparado para hacer siempre el bien”.

            En este caso las Sagradas Escrituras nos animan a PERSEVERAR e INTERCEDER.

            El caso de la viuda insistente que nos presenta Jesús en el Evangelio nos motiva a no desanimarnos cuando estamos pidiéndole algo a Dios. Ahora bien, es bueno tener presente que algunas de nuestras peticiones son más agradables a Dios y Él está más dispuesto a concedérnoslas. Además, conviene recordar que para Dios todo el tiempo es presente, de modo que algo que le pedimos hoy, Él lo puede haber concedido hace cien años atrás o en cien años más. Así pues, pidamos con confianza y sin desanimarnos, aunque no estemos viendo hoy los resultados de nuestra petición.

            Pidamos con confianza y PERSEVERANCIA. Esto significa seguir insistiendo. Si es bueno, aunque no estemos viendo los resultados, sigamos pidiendo e insistiendo. La primera lectura bíblica de hoy nos presenta a Moisés rogando por su pueblo que se encontraba luchando contra su enemigo. Moisés no oraba solo con sus pensamientos y deseos. Moisés oraba incluso con su cuerpo: oraba con los brazos extendidos. El relato bíblico nos cuenta que cuando por agotamiento se le caían los brazos, el pueblo iba perdiendo en la batalla y cuando sus ayudantes le sostenían los brazos en la oración, el pueblo iba ganando. Moisés estaba INTERCEDIENDO y su intercesión daba resultados.

            Ésta es la enseñanza que nos deja la Sagrada Escritura en el día de hoy: 1) Orar con la mente, con el deseo, con el corazón e incluso con el cuerpo. 2) Orar por los demás: INTERCEDER. 3) Seguir orando sin desfallecer, con PERSEVERANCIA.

            Estas enseñanzas que nos dejan las Escrituras de hoy, ¿dónde las podemos aplicar hoy?

  1. Los padres rogar por sus hijos; los abuelos, por sus nietos porque ellos se encuentran en un difícil campo de batalla contra el materialismo, la indiferencia, el orgullo, el egoísmo
  2. Los ciudadanos rogar por la Patria que ha perdido el sentido del honor, el amor a la verdad, la solidaridad, la hospitalidad, la responsabilidad, la unidad y el respeto por lo sagrado
  3. Como creyentes, pedirle al Señor que nos conceda un sentido de Comunidad