Homilías y Reflexiones

HUMUS

SOMOS “HUMUS” DE LA TIERRA

Reflexiones a raíz de los textos bíblicos del Domingo 22° del Año Litúrgico Eclesiástico 3; Salmo 67; Hebreos 12; Mateo 11; Lucas 14; Mateo 5 ¿Por qué no darnos más tiempo en observar y gozar de la naturaleza más que de todos esos elementos electrónicos y sofisticados que absorben una parte importante de nuestro tiempo y nos hacen cada día más INHUMANOS?

SOMOS “HUMUS” DE LA TIERRA

                Caigamos en la cuenta: somos tierra de la tierra. Todos los elementos de nuestro cuerpo provienen de la tierra. ¡Cuánto calcio, cuánto sodio, cuánto fierro, cuánto carbono, cuánta agua! Podríamos continuar con una lista interminable de elementos y, lo queramos o no, tenemos que reconocer que somos “humus” de la tierra.

                Eso sí:  tenemos que reconocer en nosotros algo especial que no es material: nuestra vida y nuestra alma espiritual… ¡y esto es un don de Dios!.

                En resumen: VENIMOS DE LA TIERRA Y VENIMOS DE DIOS. Como a algunas personas nos ha costado entender esta verdad, el propio Dios se valió de la misma tierra que Él había creado, eligió a una mujer, María, y se hizo HUMANO. Éste ser HUMANO Y DIVINO que es Jesús, vino a enseñarnos con su vida, palabras y obras que SOMOS DE LA TIERRA Y VAMOS A DIOS.

                ¿Cómo lo enseñó? Con la HUMILDAD.

                HUMILDAD viene de “HUMUS”. HUMILDAD viene a ser el reconocimiento sincero que somos de esta tierra. Primero miremos hacia abajo y después levantemos nuestra vista hacia arriba. Nuestra mirada, si la dirigimos a lo más sencillo, a lo más humilde, a apreciar primero lo más natural, vamos a entender mejor lo que verdaderamente somos. Dios, después, se encargará de hacernos comprender, apreciar y gozar de lo más elevado, bello y sublime.

                Si tú pones tu mirada, tu corazón y tus intenciones en lo más sencillo, Dios te llevará a lo más elevado.

                Éstas son las enseñanzas de las lecturas bíblicas de hoy. Meditémoslas un momento y nos vamos a dar cuenta de su sabiduría.

                Ojalá estas ideas podamos llevarlas a nuestra vida práctica, ordinaria, aplicándolas en la familia. Veamos algunos ejemplos, empezando por los niños y adolescentes:

  • ¿Por qué hay que comprarles juguetes sofisticados, electrónicos, pudiendo jugar con barro, con piedrecitas, con trozos de madera, con insectos o con animalitos?
  • ¿Por qué no darnos más tiempo en observar y gozar de la naturaleza más que de todos esos elementos electrónicos y sofisticados que absorben una parte importante de nuestro tiempo y nos hacen cada día más INHUMANOS?
  • ¿Por qué ropas o zapatillas de marca cuando otras sencillas sirven igual?

                Continuemos como adultos:

  • ¿Por qué comprar el auto, el computador o el celular “así” o “asá” cuando uno más sencillo me sirve igual o el que ya tengo me puede servir varios años más?