Reflexión para el 19° domingo del Año Litúrgico
¿Personalmente, yo, creo en mi alma inmortal que apunta a la Vida Eterna?
PREVISIÓN
Reflexión para el 19° domingo del Año Litúrgico
Para nadie puede ser desconocido, de alguna manera, el tema de la PREVISIÓN. Lo podemos asociar a la idea de las CUENTAS de AHORRO, de los FONDOS DE PENSIONES, de las AFP, FONDOS MUTUOS, etcétera. En la vida doméstica están las DESPENSAS, o las BODEGAS, donde se guardan alimentos que se consumirán más tarde. También está el “chanchito” donde los niños guardan sus ahorros. Todos estos elementos son modalidades a través de las cuales los humanos tratamos de poner en práctica la virtud de la PRUDENCIA.
Curiosamente, este modo de proceder es tan “natural” que hasta los animales y las plantas de alguna manera también lo practican. Un ejemplo típico es el de las hormigas o las abejas. En todos los casos, se trata de un modo de PREVISIÓN.
Estoy en el presente con una mirada hacia el futuro. No lo veo, pero lo preveo. Porque preveo, entonces proveo, de modo de tener algo que más adelante necesite. Porque fui previsor ahora tengo provisión. Si no preveo, me puede suceder in “imprevisto” con consecuencias desde ingratas hasta desastrosas.
Jesús conoce muy bien nuestra naturaleza humana y, para transmitirnos su mensaje divino se vale de imágenes terrenales de la vida corriente. Quiere hacernos entender que nuestro futuro definitivo está más allá de nuestra vida terrestre: está en la Vida Eterna: hacia allá apunta nuestra existencia actual y es allí donde debemos depositar nuestros ahorros: ellos son todas nuestras buenas obras, especialmente las que hemos hecho por nuestros prójimos.
De verdad, ¿creemos en la Vida Eterna? ¿Personalmente, yo, creo en mi alma inmortal que apunta a la Vida Eterna? ¿Creemos que nuestro destino final es encontrarnos definitivamente con Dios y nuestros seres queridos y -con ellos – compartir no sólo lo que cada uno acumuló sino también lo que ellos aportaron? Ésta es nuestra Fe. Ésta es nuestra Esperanza.
La primera lectura bíblica de hoy, del libro de la Sabiduría, es una oración que el pueblo dirige a Dios, reconociendo y agradeciendo todos los favores y bienes que Él les ha concedido, persuadidos y confiados en que Él los seguirá bendiciendo. Esta oración expresa una convicción: todo lo bueno que nos ha sucedido nos viene del Más Allá; nos viene de Dios.
En la segunda lectura, en la carta a los Hebreos, el autor pretende mostrarnos con ejemplos claros cómo Dios obra prodigios en respuesta a la Fe y confianza de sus fieles. El salmo 32 lo confirma: el Señor colma de bendiciones a los que confían en Él.
Hay un refrán que dice: “hombre prevenido vale por dos”. Es muy humano y, por cierto, muy verdadero. Jesús alaba nuestras actitudes previsoras, pero quiere elevarlas a una dimensión trascendente: “atesorar para el Cielo”. Que todas las cosas buenas que hagamos, los sufrimientos que padezcamos por amor a Dios y nuestros hermanos, nos sirvan para el perdón de nuestros pecados, aumento de la Gracia y un tesoro para la Vida Eterna.