Homilías

EL BUEN PASTOR

Cuarto Domingo de Pascua 250511

¿Soy consciente que en estos tiempos y en este mundo yo también tengo una misión pastoral? ¿Me considero verdaderamente como una “oveja†del rebaño de Jesucristo? ¿Cómo puedo ser de alguna manera “pastor†en el medio que me rodea?

EL BUEN PASTOR

 

Siempre nos toca el corazón la imagen del Buen Pastor que busca a la oveja perdida, que la lleva en sus brazos y la reintegra al redil. Fue el propio Jesús el que quiso presentarse a sí mismo con esta imagen. Por supuesto que esta figura no sólo nos gusta, sino que nos emociona y mueve a confiar cada día más en Él. Nos hace tomar conciencia de nuestra humilde realidad porque tantas veces nos hemos alejado del Buen Pastor y tantas veces Él ha salido a buscarnos.

 

Lo interesante y novedoso de la Liturgia de hoy es el tema de la “Vocación Pastoral”. En otras palabras, Jesús no pretende “acaparar” su “título” de Pastor. Jesús lo quiere compartir y, más aún, lo asigna como misión. En el trozo del Evangelio de hoy, lo vemos claramente: Jesús le repite tres veces a Simón Pedro: “apacienta mis corderos, apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas”. Ésta es la misión universal que recibe Pedro, a orillas del Lago Tiberíades, junto a su barca y a sus compañeros apóstoles, trasmitida doscientas sesenta y siete veces hasta nuestros tiempos. En lo que ha corrido nuestro siglo veintiuno, tres hombres asumieron la misión que Jesús había dado a Pedro: se llamaron Juan Pablo, Benedicto y Francisco… y ahora, el cuarto, nuestro nuevo papa León Catorce

 

Podríamos cometer el error de quedarnos tranquilos pensando: “Ya hay alguien que está asumiendo hoy la misión de Pedro” … ya tenemos al papa León y podemos quedarnos tranquilos. ¡No! No nos quedemos tranquilos, como tampoco se quedaron tranquilos los otros apóstoles. Ni Juan, ni Santiago, ni Felipe, ni Bartolomé, ni Andrés… ni tampoco Saulo que se convirtió en Pablo. Ninguno de ellos se dijo: “Ya tenemos a Pedro para que se preocupe… ahora nos volvemos a descansar a nuestras casas”. ¡No! Ellos se sintieron involucrados en la misión de Pedro, porque a todos ellos les dijo Jesús: “Vayan a todas las naciones y enséñenles lo que Yo les he enseñado” Esto significa llevar la Buena Noticia hasta el último rincón del mundo. Ésta fue su “misión pastoral”.

 

En la primera lectura bíblica de hoy vemos a dos nuevos apóstoles, Pablo y Bernabé, recorriendo cientos de kilómetros en Asia Menor, lo que ahora es Turquía, llevando la Buena Noticia de Jesús, formando nuevas comunidades cristianas. Son los nuevos pastores, buscando nuevas ovejas perdidas, formando nuevos rebaños de creyentes en Jesucristo. Es una acción pastoral de extensión, hasta los últimos lugares, que se extiende hasta nuestros tiempos.

 

La acción pastoral debe extenderse hasta el final de los tiempos y en ella estamos llamados a involucrarnos. La misión pastoral del Papa naturalmente se extiende al mundo entero. Pero eso no quita que todos los cristianos, no sólo los obispos y sacerdotes, todos, todos tengamos un área, aunque sea pequeña, donde Jesús espera que ejerzamos nuestra misión pastoral.

 

Reconozcamos que en nuestra vida cristiana coexisten dos dimensiones: por un lado somos “ovejas” y por otro lado estamos invitados a ser “pastores”. Honradamente preguntémosle con confianza a Jesús: “¿Me quieres como oveja? ¿Cómo?; ¿Me quieres como “pastor”; ¿Cómo?

 

Como “oveja”, me dejo guiar; procuro escuchar o leer con interés los mensajes del papa y de los obispos; procuro informarme con interés sobre la vida de la Iglesia y de mantenerme vinculado a la Comunidad eclesial. Soy miembro de la Iglesia y procuro ajustar mi vida a las enseñanzas de Cristo y de la Iglesia.

 

Como “pastor”, me intereso por atraer a los alejados para que se incorporen a nuestra comunidad; procuro poner en práctica las obras de misericordia que el mismo Jesús nos trasmitió, como socorrer al necesitado, visitar a los enfermos, enseñar a los que no saben, dar buenos consejos a los que necesitan perdonar las ofensas, rezar e interceder por los demás, ayudar a que las personas aprendan a perdonarse y reconciliarse: éstas y tantas otras obras buenas que podemos practicar cuando se da la ocasión. Esto lo podemos hacer todos.

 

¿Adónde apunta todo este buen panorama de vida aquí en la tierra?  Apunta a una luminosa, bienaventurada, gozosa y gloriosa Vida Eterna de la cual nos presenta un misterioso y soñado panorama el libro del Apocalipsis que se ha estado leyendo en estas últimas semanas. Hacia allá vamos, hacia las “verdes praderas” y las “aguas del solaz” donde seremos UN SOLO REBAÑO apacentados por UN SOLO PASTOR. A Él sea la gloria por todos los siglos. Amén.

Pensemos un poco:

  1. ¿Soy consciente que en estos tiempos y en este mundo yo también tengo una misión pastoral?
  2. ¿Me considero verdaderamente como una “oveja” del rebaño de Jesucristo?
  3. ¿Cómo puedo ser de alguna manera “pastor” en el medio que me rodea?


Música

SANTÃSIMA TRINIDAD

Tres personas distintas y un solo Dios, no más

¿Por qué nos involucramos en un misterio que nosotros mismos no entendemos y no somos capaces de explicar?