Homilías
DIOS Y HOMBRE VERDADERO
Reflexión sobre los textos bÃblicos del Tercer Domingo de Pascua – 250504
Cuando estoy con problemas ¿ConfÃo en Jesús que me inspirará el modo de resolverlos? ¿Procuro imitar a Jesús en los gestos humanos que están a mi alcance, en la vida doméstica o en la vida laboral? ¿Me he dejado encantar o conmover por la grandeza divina de Jesús? ¿Amo a Jesús como AMIGO y lo adoro como DIOS?
Hechos 5; Salmo 29; Apocalipsis 5; Juan 21
Cuando niños aprendimos una oración que comenzaba: “Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío” … Lo recitábamos, probablemente, sin caer en la cuenta del verdadero contraste, casi contradicción, manifiesto en esas palabras. La liturgia de hoy quiere destacar el mencionado contraste, animándonos a asimilarlo, gozando y amándolo.
“Hombre verdadero”. Los cuatro evangelios, en todos sus relatos, nos muestran a un Jesús muy humano, bueno para conversar, verdaderamente interesado por los demás y preocupado de la salud y el bienestar de quienes acudían a él. Baste recordar las numerosas sanaciones de enfermos y multiplicaciones de panes y peces. Se le ve tan humano cuando rebosa de alegría como cuando está fatigado por el camino o cuando lo vemos cargando la cruz… pero en el episodio que leímos o escuchamos hoy, es tan humano que llega a ser tierno: ¡Cómo no va a ser emocionante ver al Maestro, Amigo y Señor sentado en el suelo, preparando unas brasas para asar unos pescados y unos pancitos amasados por Él mismo! ¡Cómo no va a ser humano y sencillo escucharlo invitando a los apóstoles “vengan a tomar desayuno”!
Jesús sabe que los apóstoles saben que es Él, el que murió y resucitó, el Hijo de Dios, el Maestro y Señor. Jesús sabe que a los apóstoles no les será fácil comprender el Misterio Pascual y que todavía les cuesta caer en la cuenta que lo que están viendo es realidad. Incluso la pesca milagrosa que acaban de presenciar puede no parecerles realidad. Por eso, ¡qué cosa más real que escucharlo decir: “vengan a tomar desayuno, vengan a comer”! Éste es Jesús totalmente humano. Éste es Jesús, verdadero hombre.
¡Pero este verdadero hombre es verdadero Dios! La pesca milagrosa lo está demostrando. Los apóstoles, cada vez más convencidos, se atreven a predicar sin temor e incluso hacer milagros en el nombre de Jesús. Los vemos, en la primera lectura de hoy, en el libro de los Hechos, desafiando a las autoridades del Templo con estas palabras: “hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”. Ya están convencidos que Jesús es su Dios. Ya se sienten “dichosos de haber sido considerados dignos de padecer por el nombre de Jesús”.
En el trozo del Apocalipsis que leímos o escuchamos en la segunda lectura, el autor nos pone en boca de Juan, el joven apóstol que ha llegado a la ancianidad, una visión de Jesús en el esplendor de su gloria: lo ve como el “Cordero de Dios que ha sido inmolado, ahora recibiendo el poder y la riqueza, la sabiduría, la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza”. Ya en esta frase observamos el contraste de la humanidad sufriente y la divinidad victoriosa.
Éste es Jesús, verdadero Dios y verdadero Hombre. A Él nos dirigimos con respeto y con confianza. Es nuestro Amigo y es nuestro Señor. Jesús nos invita a seguirlo y nos anima a confiar en Él.
DIOS Y HOMBRE VERDADERO
Reflexión sobre los textos bÃblicos del Tercer Domingo de Pascua – 250504
Cuando estoy con problemas ¿ConfÃo en Jesús que me inspirará el modo de resolverlos? ¿Procuro imitar a Jesús en los gestos humanos que están a mi alcance, en la vida doméstica o en la vida laboral? ¿Me he dejado encantar o conmover por la grandeza divina de Jesús? ¿Amo a Jesús como AMIGO y lo adoro como DIOS?