Homilías
EL ESPERADO QUE ESPERA
Comentario a las lecturas bÃblicas del Primer Domingo de Adviento
¿Esperamos “algo†o esperamos a “Alguien�
El Esperado vino, viene y vendrá
Faltan cuatro semanas para la Navidad. Las tiendas, los locales comerciales y jugueterías compiten procurando despertar deseos de regalos para niños y grandes. Lo más probable es que sean sueños de un día que pronto pasarán al olvido. Es el momento para preguntarse:
¿Esperamos “algo” o esperamos a “Alguien”? Ésta es la primera pregunta que debemos hacernos. Lamentablemente, no es raro encontrarnos con personas que ya no esperan a nadie o no esperan nada. Con una sonrisa amarga, más bien parecen “desesperados”. Así, el panorama nos parecerá bastante ingrato. ¿Puede valer la pena llevar una vida sin esperanzas?
Afortunadamente hay ALGUIEN que está dispuesto a devolvernos la Esperanza. Ese “alguien” es el “Esperado” para todas las naciones y para todos los tiempos. Ya lo vemos hoy en la lectura bíblica de Jeremías, del Antiguo Testamento. El profeta hace eco del sentimiento del pueblo israelita deseando y esperando que surja un descendiente del añorado rey David para que vuelva la justicia y el derecho en el país. Este sueño del profeta misteriosamente se cumplirá en la persona de Jesús.
El “Esperado” viene. ¿A qué viene? San Pablo lo dice en la segunda lectura de hoy: Viene a “hacernos crecer cada vez más en el amor mutuo y hacia los demás”. Viene a “fortalecer los corazones en la santidad”. Viene a “hacernos irreprochables delante de Dios, nuestro Padre”.
El “Esperado” viene a darnos todo lo que le estamos pidiendo en el Salmo responsorial: mostrarnos su camino, a enseñarnos sus senderos del amor, a guiarnos por el camino de la fidelidad; viene a guiarnos para que obremos rectamente. En resumen: viene a responder a lo que el mundo necesita para lo cual requiere nuestra cooperación. Es importante darnos cuenta que Jesús no lo quiere hacer solo. Lo quiere hacer con nosotros.
Efectivamente. Jesús, el “Esperado” nos espera junto al Padre y espera algo de nosotros. Jesús quiere “sacudir” nuestra modorra, nuestra desidia, nuestra negligencia. Lo hace en forma fuerte y dramática. Lo hace, en el trozo evangélico de hoy, presentándonos el panorama bastante aterrador de un mundo que se nos pone adverso, para lo cual nos previene: “no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida y… orar incesantemente”.
En esta ocasión, nos viene bien recordar las palabras del Credo: “Al tercer día (Jesucristo) resucitó de entre los muertos; subió a los cielos y está sentado a la diestra de Dios Padre Todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos”. Esto, que la Iglesia reza cada domingo, es un serio recordatorio para que nosotros estemos prevenidos. Es lo que nosotros llamamos "el día del Juicio" y - aunque lo vemos lejano - nos da su poco de miedo. Pero, no lo veamos como algo tan lejano, porque a todos nosotros, un poco antes o un poco después, nos llegará el día de nuestra muerte. Entonces, si somos amigos de Jesús, nuestro reencuentro con Él será gratísimo porque, como Él mismo nos lo dijo, podremos “comparecer seguros ante el Hijo del hombre”.
Nos preguntamos:
PURÃSIMA – LLENA DE GRACIA
Solemnidad de la Inmaculada Concepción. Domingo 8 de diciembre de 2024
¿PURÃSIMA, INMACULADA o LLENA DE GRACIA? Los tres atributos con que los cristianos devotamente nos referimos a la Madre de Jesús, demuestran que la veneramos y amamos de todo corazón. En realidad, no son sólo estos tres: son innumerablemente más… y, en verdad, uno podrÃa tener legÃtimamente éstas u otras preferencias.