Homilías

YO TE AMO, SEÑOR

Comentario a los textos bíblicos del DOMINGO XXXI del año litúrgico – 241103

¿Tú, te atreves?

YO TE AMO, SEÑOR

            Los textos bíblicos de hoy están enfocados en el Amor a Dios y al prójimo. Moisés, en la Primera Lectura, lo presenta como un mandamiento. Jesús, en el Evangelio, lo refuerza. Las palabras que encabezan la reflexión de hoy, ”Yo te amo, Señor” las hemos leído o repetido por lo menos cuatro veces en el Salmo Responsorial. De inmediato, nos preguntamos cuánto hay de cierto en ellas. Pero antes, nos preguntamos qué motivo, cuál es el motivo que nos impulsa y mueve a decir repetir lo que hemos dicho.

           

            Él nos amó primero. Dios es AMOR y todo lo creado proviene de su amor. TODO ES FRUTO DE SU AMOR. Esto lo sabemos, pero ¿hemos llegado a sentirlo?

 

El AMOR del Creador se vuelca en su Creación. Todo el Universo, toda la Tierra, todos los seres vivientes que la habitan, aunque no están conscientes de ello, existen porque Dios los amó y los sigue amando. El problema es que no le pueden contestar. Lo más que puede hacer una planta es germinar, echar raíces, dar flores y frutos. Lo más que puede hacer un animal es crecer y multiplicarse… Pero ¿qué más?

 

El verdadero AMOR, para que sea completo es con ida y vuelta: AMAR Y SER AMADO.

 

Dios quiso que alguien le pudiera responder y por eso decidió culminar su obra, creando al Ser Humano.  Nos hizo a su imagen y semejanza dándonos inteligencia y voluntad. Nos hizo capaces de darnos cuenta que nos amaba y nos dio la posibilidad de responderle libremente. Esto lo sabemos, pero ¿hemos llegado a sentirlo?

 

Primero, darnos cuenta: tomar conciencia de nuestra propia existencia como personas y la relación con otras personas como nosotros; tomar conciencia y admirarnos en el mundo que nos rodea y la relación de interdependencia. Entonces, reflexionamos: ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿Adónde voy? ¿Por qué existo? ¿Por qué estoy vivo? … y las preguntas podrían continuar “en infinito”. Por fin, llego a la conclusión: ALGUIEN ME HA AMADO… Y ESTE AMOR ES INFINITO.  ¿Y quién pudiera ser sino el mismo Creador?

 

¿Cómo podemos responderle a Dios? La única respuesta es: AMÁNDOLO. Cualquiera otra respuesta sería insuficiente. Los hombres, a lo largo de la historia han inventado diversas formas de expresarle su respeto o gratitud al Creador. Respeto, sí; gratitud, puede ser; pero ¿amor?... Han erigido altares donde los sacerdotes ofrecían sacrificios con variadas víctimas, como animales. Incluso llegaron a ofrecer seres humanos…

 

Todo esto no habría podido ser suficiente. Fue necesario que Dios, por puro AMOR, se hiciera uno de nosotros, un verdadero SER HUMANO: es el Misterio de la ENCARNACIÓN. Este Dios hecho Hombre es Jesucristo, quien durante su vida mortal no cesó de predicarnos el AMOR con sus palabras, gestos y milagros. Jesús nos mostró a Dios, su Padre, como un Padre amoroso de todos nosotros, buenos y malos, ricos y pobres, judíos y paganos.

 

Para culminar, Jesús nos ofreció su vida por AMOR, asumiendo como único, sumo y eterno Sacerdote; ofreciéndose como Víctima última y definitiva. Como Hombre, Jesús AMÓ a su Padre, entregando su vida por nosotros. Como Dios, Jesús AMÓ a la Humanidad, entregándonos su Vida, Pasión, Muerte y Resurrección. Como Hombre y como Dios se quiso quedar con nosotros hasta el fin de los tiempos, por una Eternidad. ¿Puede haber AMOR más grande?

 

Ante tanto AMOR, ¿puede haber otra respuesta que no sea AMOR? Y en esto, Jesús, como verdadero Maestro nos enseñó y recalcó la auténtica forma de expresarle nuestro AMOR a Dios:  “AMA a tu prójimo como a ti mismo” y “ÁMENSE COMO YO LOS HE AMADO”. Entonces, si es así, entonces, que puedo decir: “YO TE AMO, SEÑOR”, aplicándoselo tanto al Creador como al Salvador.

 

Terminamos con una sola pregunta:

¿Tú, te atreves?

 

 


Música

DIOS Y HOMBRE VERDADERO

Reflexión sobre los textos bíblicos del Tercer Domingo de Pascua – 250504

Cuando estoy con problemas ¿Confío en Jesús que me inspirará el modo de resolverlos? ¿Procuro imitar a Jesús en los gestos humanos que están a mi alcance, en la vida doméstica o en la vida laboral? ¿Me he dejado encantar o conmover por la grandeza divina de Jesús? ¿Amo a Jesús como AMIGO y lo adoro como DIOS?