Homilías

EL PAN DE LA ESPERANZA

Domingo 16° del Año Litúrgico 240728

¿Todavía rezamos "Danos hoy nuestro pan de cada día"? Cuando observamos los distintos males que suceden en el mundo y a nuestro alrededor, ¿no nos pasa que a veces nos desanimamos, perdemos la esperanza o nos ponemos escépticos? ¿Qué hacemos para sobreponernos y vencer esa natural tentación negativa? ¿De verdad, sabemos poner nuestra Esperanza en Dios y nos dejamos iluminar por Él?

DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DÍA

¿Cuántas veces hemos repetido esta oración?

¡Innumerables veces! Lo pedimos porque lo deseamos y esperamos recibirlo. Es una petición esperanzada o una petición de la ESPERANZA.

Jesús nos enseñó a rezarla, dirigiéndonos al Padre. Él nos había dicho “el que me ve a Mí, ve al Padre”. En el episodio de hoy, Jesús nos muestra que para Dios no es indiferente que nosotros tengamos hambre de pan. Él quiere que no nos falte ese pan y nos lo da en su Hijo Jesús.

La semana pasada el Evangelio de Marcos nos presentó un episodio a orillas del Lago Genesaret donde Jesús había pensado ir a pasar un día de descanso con los apóstoles. Desgraciadamente para ellos, el paseo, no resultó. Sin embargo, fue una ocasión en la que Jesús dio una enseñanza a sus discípulos y mostró para todos los tiempos su corazón ACOGEDOR.

Hoy se amplía la escena de la semana pasada. Vamos a completar el relato de Marcos con lo que nos narran los otros evangelistas y en particular, Juan.

La Gente se sentó en la colina, mirando hacia el lago y Jesús les habló animándolos a sentirse felices por ser los preferidos de Dios. En los evangelios de Mateo y de Lucas se las llama las “Bienaventuranzas”. Nos quedan en la memoria frases de Jesús como “Felices los pobres… los afligidos… los desposeídos… los misericordiosos… los limpios de corazón… los que trabajan por la paz… ¡Alégrense porque Dios los ama: son sus preferidos! Jesús infunde la ESPERANZA no sólo a los que lo escuchaban en esa ocasión sino a todos los tiempos.

Estamos seguros que las palabras de Jesús daban ánimo a sus oyentes, pero no estaban calmando el hambre de quienes llevaban largas horas primero caminando y después, sentados, sin probar alimento.

El episodio de hoy tiene un aspecto simpático y otro, grandioso. ¡Cómo no va a ser simpática la figura de ese niño con una canastita con cinco panes y dos peces! ¡Cómo no nos vamos a sonreír con la sola idea de pensar en repartirlos a esa multitud! Pero el niño los pone a la disposición del Maestro. Él sabrá lo que hace.

La generosidad del niño y el amor del Señor hacen el milagro. Esto es lo grandioso. 

¿Cuál fue la reacción de la gente? Se dieron cuenta que Jesús era el Mesías esperado y lo quisieron proclamar rey.  Para Jesús, éste no era el momento.

Cuando los cristianos leemos el Antiguo Testamento, lo hacemos bajo la luz de Jesucristo. Así, descubrimos con alegría y satisfacción que muchos de esos viejos pasajes los entendemos como proféticos porque nos relacionan con lo que siglos más tarde sería la vida y milagros de Nuestro Señor Jesucristo.

Hoy, en la primera lectura bíblica, se nos presenta un pequeño milagro de multiplicación de panes realizado por el profeta Eliseo. Es el modo como Dios va preparando a su pueblo para cuando nos envíe a su Hijo. El milagro de Eliseo es como un “anticipo” de lo que nos va a dar Jesús. También del Antiguo Testamento es el salmo 84 que hemos rezado: “Abres tu mano, Señor, y nos colmas con tus bienes”. Dios nos colma de bienes por medio de su Hijo Jesús.

Antes de terminar, tomamos una frase de la segunda lectura bíblica de hoy. San Pablo les escribe a los cristianos de Éfeso: “Hay un solo Cuerpo y un solo Espíritu, así como hay una misma esperanza, a la que ustedes han sido llamados”. ¿Cuál es la ESPERANZA a la que hemos sido llamados?

En la Esperanza creemos lo que todavía no hemos visto, ¡Pero creemos! Es como una FE anticipada. Es lo que sucedió a esos miles de seguidores que llegaron al encuentro con Jesús. No sabían lo que Él les iba a decir, pero ya antes de escucharlo, ya lo estaban ESPERANDO. Tampoco sabían lo que iba a suceder después de escucharlo, pero se quedaron ESPERANDO. ¡Y veamos lo que sucedió! Lo que ellos no esperaban, ni tampoco esperábamos nosotros, era TODO EL PAN QUE SOBRÓ.

Terminamos esta reflexión mirando a Jesús con paz, amor y ESPERANZA. Una y otra vez rezaremos “Danos hoy nuestro pan de cada día”. Una y otra vez el Señor nos sorprenderá con mucho más de lo que esperábamos.

Y nos preguntamos:

  1. Cuando observamos los distintos males que suceden en el mundo y a nuestro alrededor, ¿no nos pasa que a veces nos desanimamos, perdemos la esperanza o nos ponemos escépticos?
  2. ¿Qué hacemos para sobreponernos y vencer esa natural tentación negativa?
  3. ¿De verdad, sabemos poner nuestra Esperanza en Dios y nos dejamos iluminar por Él?

Ésta y todas las homilías o reflexiones bíblicas de los últimos 10 años, pueden encontrarse en la página web:  www.equilitur.cl

 

 

 

 

 

 


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