SI LE BUSCAMOS ES PORQUE YA LE HEMOS ENCONTRADO desde Tokyo por Juan Vicente Catret S.J.
Esta frase del título de esta homilía, se inspira en Pascal (1623-1662), el filósofo francés “del corazón”, que decía que buscamos al Señor porque Él nos ha buscado ya antes. Podemos imaginarnos el disgusto de una madre que ha perdido a su hijo, y el posterior gozo al encontrarlo...
Esta frase del título de esta homilía, se inspira en Pascal (1623-1662), el filósofo francés “del corazón”, que decía que buscamos al Señor porque Él nos ha buscado ya antes. Podemos imaginarnos el disgusto de una madre que ha perdido a su hijo, y el posterior gozo al encontrarlo...Eso es lo que le pasó a María, la madre del niño Jesús, cuando después de la peregrinación al Templo de Jerusalén, el niño se quedó allí, y tanto María como José lo encontraron al tercer día en el Templo discutiendo con los sacerdotes y escribas. Pero cuando María le preguntó a Jesús: “¿por qué has hecho esto con nosotros?”...la respuesta les dejó desconcertados: “¿No sabían que yo debía estar en la casa de mi Padre?”...Ese Padre ya no es José: “el padre putativo”, sino “el Padre Eterno”...
Luego, Jesús marchó de nuevo a Nazaret con ellos y el evangelio termina diciendo: “Su madre conservaba todo esto en su corazón. Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres”.
Son las “tres S”: sabiduría, salud y santidad”, que nosotros podemos enviar a alguien en su cumpleaños.
Orígenes (185-283), en una homilía sobre este evangelio dijo:
“Y todos quedaban estupefactos”, dice. ¿De qué se admiraban? No de sus preguntas, sino de sus respuestas. Moisés hablaba y Dios le respondía de viva voz. La respuesta consistía en que Dios instruía a Moisés sobre aquello que éste ignoraba. Unas veces Jesús interroga, otros responde y aunque sus preguntas sean dignas de admiración, mucho más lo son sus respuestas. Por tanto, para que lo podamos escuchar y nos plantee preguntas que Él mismo contestará, pidámosle y busquémoslo con esforzado trabajo y con fatiga; entonces podremos encontrar a quien buscamos. Quien busca a Jesús no debe buscarlo con negligencia, con frivolidad, con inconstancia, como lo buscan algunos. Al contrario, nosotros digamos: Te buscamos apenados.
Lope de Vega (1562-1635), “el príncipe de los poetas españoles” tiene lo que él llama:
Espinela al Niño perdido
Quien hubiere visto un Niño
perdido de ayer acá,
más blanco y rubio que está
sol dorado de blanco armiño;
vestido con limpio aliño;
que es Príncipe de la Luz,
y por dijes una cruz
_ aunque della se ha venido –
tendrá hallazgo prometido...
Mas, ¡ay engaño cruél,
¡que quien pregunta por Él
es el que viene perdido!
j.v.c.