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Homilías

MÃS QUE RESPETO

DOMINGO 29 DE OCTUBRE DE 2023

MÃS QUE RESPETO, MÃS QUE SOLIDARIDAD, MÃS QUE ARMONÃA Y MÃS QUE COMPASIÓN: ¡¡ AMOR !!

 

Todas las palabras de este título solemos pronunciarlas o escucharlas con bastante frecuencia, en diferentes contextos.

  1. El RESPETO es propio de la Ética Social y es básico para que las relaciones humanas personales y grupales, fluyan de manera adecuada, de modo que exista paz entre nosotros.
  2. La SOLIDARIDAD implica que tanto las personas individuales como los grupos se interesen por el bienestar de los demás y contribuyan para que ese interés se convierta en realidad.
  3. La ARMONÍA toca más nuestra sensibilidad, haciéndonos disfrutar y gozar de la belleza producida en la interrelación de colores, formas, sonidos e incluso actitudes humanas.
  4. La COMPASIÓN pone en sintonía los sentimientos de quienes se encuentran bien u holgados en distintos aspectos, frente a quienes no se encuentran tan bien como ellos o incluso están mucho peor. La compasión los mueve a buscar solución para el que está sufriendo.

El AMOR implica TODO ESTO Y MUCHO MÁS.

Aquí entramos en el tema que nos presenta el trozo evangélico de hoy: “Ama a Dios y ama a tu prójimo”. ¡ Y se trata de un VERDADERO AMOR !

El AMOR VERDADERO sólo se puede dar PLENAMENTE entre  PERSONAS,  INTELIGENTES Y LIBRES. ¿Por qué decimos esto? Porque el AMOR VERDADERO va más allá de la realidad física y más allá de la sensibilidad corporal.  La Inteligencia y la Voluntad son los dos elementos propios de la Naturaleza Humana que le dan trascendencia a los cuatro elementos recién mencionados, de los que añadiremos algo más.

El RESPETO lo podemos apreciar en diversas especies de animales, naturalmente implica temor,  y nosotros lo sabemos aprovechar cuando los domesticamos. En todo caso, entre los seres humanos, el respeto se debería dar en una dimensión mucho más “humana”: “Escucho lo que dices y tomo en consideración lo que piensas; te pido que escuches lo que yo digo y lo tomes en cuenta. Luego, veamos qué podemos hacer juntos”

Entre las realidades materiales o físicas se puede dar ARMONÍA en su interacción.  Esto lo apreciamos en la Naturaleza, en los paisajes, cuando observamos el cielo, tanto a simple vista como en el uso de los telescopios más perfectos… Nos gusta, nos atrae y lo encontramos bello…  Podríamos seguir poniendo ejemplos. En ellos se da la armonía; nosotros la apreciamos y disfrutamos.

La SOLIDARIDAD la encontramos incluso entre los animales. Bastaría con observar un hormiguero o una colmena de abejas. ¡Para qué decir, si nos referimos a una manada de lobos! De ellos tenemos bastante que aprender.

La COMPASIÓN  también la podemos encontrar entre animales más evolucionados que se preocupan de aliviar el sufrimiento de sus semejantes.

El AMOR implica todo esto y mucho más.

El AMOR PLENO y VERDADERO,  sólo lo podemos encontrar entre PERSONAS. En las personas, si encontramos RESPETO, SOLIDARIDAD, ARMONÍA y COMPASIÓN, vamos bien… pero hay algo más: la INTELIGENCIA y la VOLUNTAD les dan trascendencia, los hacen plenamente humanos.

Somos INTELIGENTES para darnos cuenta, tomar conciencia y ponderar las relaciones que tenemos con los demás. Entendemos la necesidad del RESPETO por los demás. Nos damos cuenta de la importancia de la SOLIDARIDAD, apreciamos la bondad y belleza de la ARMONIA y nos COMPADECEMOS del sufrimiento o los padecimientos de los demás.

La Inteligencia ilumina nuestra Voluntad y ésta nos mueve a actuar. Aquí viene el acto de AMOR. El VERDADERO AMOR es inteligente y libre. Yo, ser humano, lo veo, lo comprendo, lo decido y lo hago.

Como culminación, el amor verdadero llega a su PLENITUD cuando va y vuelve: ida y vuelta del verdadero amor: DOY AMOR Y RECIBO AMOR; SOY AMADO Y SIGO AMANDO.

¡Éste es el AMOR del que nos habla Jesús!

¿De dónde parte el AMOR? El punto de partida está en Dios porque DIOS ES AMOR.

Dios nos ama mostrándonos la ARMONÍA y la belleza de toda su Creación. Nosotros, amándolo, estamos reconociendo su Belleza y Armonía.

Nos damos cuenta cómo Dios RESPETA nuestra libertad hasta el extremo de permitir que actuemos contra su Voluntad. Nosotros, avergonzados, volvemos a Él y, con RESPETO, pedimos su perdón y nos comprometemos a volver a su Amor.

Nos damos cuenta cómo Dios ha SOLIDARIZADO con nosotros los seres humanos, desde que nos creó, comunicándonos su espíritu, haciéndose Hombre con nosotros y por nosotros. ¿Cómo le respondemos? Uniéndonos a Él por amor en el servicio humano y solidario.

Nos damos cuenta que Dios se ha COMPADECIDO de los seres humanos, no sólo en el Antiguo Testamento, con su pueblo de Israel sino con toda la humanidad, a través de su Hijo Jesús, con quien compartimos sus sentimientos y en quien ponemos nuestra confianza.

De alguna misteriosa manera, el Señor me dice “Tú eres mi hijo amado; a ti te he dado todo lo bueno que has vivido; confío en ti; sigue adelante”. Así pues, nuestra razón, nuestra inteligencia nos hace ver que Dios es digno de ser amado y nuestra voluntad nos mueve a decirle: “Señor, te amo, creo en Ti, te adoro, te doy las gracias”. Y como veíamos anteriormente, este amor va y viene.

A Dios no lo hemos visto, sin embargo no nos cabe la menor duda que Él nos ha colmado y sigue colmándonos con su  AMOR. ¿Cuál es la reacción natural? ¡Amor con amor se paga! ¿Dónde y en quién? En quienes vemos, nuestro prójimo.

En el trozo del Antiguo Testamento que nos ofrece la Liturgia de hoy, se nos presenta a un Dios que nos habla y que nos pide que actuemos con los demás de la misma manera como Él ha actuado con nosotros: justo, respetuoso, compasivo, solidario. San Pablo, en la segunda lectura, no exhorta a seguir el ejemplo de Jesucristo. Así podremos demostrar que es verdad lo que rezamos en el Salmo: “Yo te amo, Señor”.

Terminamos con las palabras de San Ignacio de Loyola:

“Tomad, Señor y recibid: toda mi libertad, mi memoria, entendimiento y voluntad. Tomad, Señor y recibid. Vos me lo disteis, a Vos, Señor lo torno; todo es vuestro: disponed conforme a vuestra Voluntad. Tomad, Señor y recibid. Dadme vuestro AMOR  y Gracia, que esto solo me basta. Tomad, Señor y recibid”.

I.A.

                                                                                                                                             


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