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Homilías

6 DE AGOSTO: LA TRANSFIGURACIÓN DE JESÚS

EL MENSAJE DE LA MONTAÑA SAGRADA, desde Tokyo por Juan Vicente Catret SJ

Celebramos este domingo la “Transfiguración del Señor†en la montaña sagrada del Tabor. Creo que su mensaje es ejercitarse diariamente en la ascensión hacia Dios, aprendiendo de la transfiguración de Jesús.

  La primera lectura del profeta Daniel, nos presenta la figura gloriosa de Jesús: “el Hijo del Hombre”, que asciende a la derecha de Dios Padre, donde recibe el poder y la gloria, el Reinado perpetuo sobre toda la humanidad.

  Luego, la segunda lectura de la segunda carta de S. Pedro, nos presenta el recuerdo que Pedro tiene de aquel acontecimiento glorioso del que fue testigo, y que le llenó de felicidad de tal modo que, como nos dice el evangelio, le hizo exclamar: “hagamos aquí tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”...

  Y es que en el evangelio, se narra cómo la figura transfigurada de Jesús, con sus vestiduras blancas como la nieve y el rostro resplandeciente, estaba acompañada de Moisés y Elías, los dos representantes de la Ley y los Profetas. O sea, el Antiguo Testamento: Ley y Profetas, poniendo en medio al Nuevo Testamento cuyo foco es Jesús. 

  San León Magno, en su sermón 51 dice:

  “Esta transfiguración, en primer lugar, tenía por finalidad alejar del corazón de los discípulos el escándalo de la cruz, para que la humildad de la pasión, voluntariamente aceptada, no turbara la fe de aquellos que habrían visto la grandeza de la divinidad escondida. Pero, por la misma previsión, la trasnfiguración establecía en la Iglesia de Jesús la esperanza que la debería sostener, de manera que los miembros de Cristo comprendieran el cambio que se habría de realizar un día en ellos y que estaban llamados a gozar de la gloria que habían visto brillar en su cabeza, Cristo”. 

  A mí me gusta recordar estas palabras cada 6 de agosto, porque es el día “aniversario de la caída de la primera bomba atómica sobre Hiroshima, en Japón”. Hubo muchísimas víctimas inocentes por causa de ello, y el único consuelo está en creer que esa espantosa tragedia se verá superada por la gloria de la transfiguración en el cielo.

  Y mientras vivamos acá, tenemos que vivir con esperanza: con cara de transfigurados, llevando nuestra sonrisa y servicio de amor a toda la familia, amigos, vecinos, a todas las personas con que nos encontremos, pidiendo por el Papa y por todos que sean discípulos de Jesús transfigurado en este mundo tan lleno de amenazas contra la paz.

  Es por eso que me gusta terminar con el precioso Salmo del poeta santanderino Gerardo Diego (1896-1987) titulado:

 

             SALMO DE LA TRANSFIGURACIÓN

 

Transfigúrame,

Señor, transfigúrame.

Traspáseme tu rayo rosa y blanco.

  Quiero ser tu vidriera,

tu alta vidriera azul, morada y amarilla

en tu más alta catedral. 

  Quiero ser mi figura, sí, mi historia,

pero de Ti en tu gloria traspasado.

Quiero poder mirarte sin cegarme,

convertirme en tu luz, tu fuego altísimo

que arde de Ti y no quema ni consume. 

  ¡Oh mi Jesús alzado sobre el trío

- Pedro, Juan y Santiago -

que cerraban sus ojos incapaces

de sostener tu Luz, tu Luz!

  Y no cerrar mis párpados

como ellos los cerraban

con tu llaga de luz sustituyéndote

en inconsútil túnica incesante,

y dentro Tú manando faz de Dios. 

 


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EN LA NOCHE DE LA CENA DEL SEÑOR

Vamos a imaginar una curiosa entrevista. Vamos a entrevistar a un grano de trigo. “¿Usted se va a convertir en pan? "