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Homilías

20 DE MARZO: DOMINGO DE RAMOS

ENTRADA MESIÁNICA DE JESÚS EN JERUSALÉN

Hoy comenzamos la “Semana Santa”. Esas palmeras o ramitas de olivo con las que conmemoramos, acompañándole en espíritu, la entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén, creo que las ponemos en un sitio visible de nuestra casa o habitación como dando testimonio de que “Jesús es el Rey de nuestro corazón, de nuestra familia”.

     ENTRADA MESIÁNICA DE JESÚS EN JERUSALÉN
 

  Hoy comenzamos la “Semana Santa”. Esas palmeras o ramitas de olivo con las que conmemoramos, acompañándole en espíritu, la entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén, creo que las ponemos en un sitio visible de nuestra casa o habitación como dando testimonio de que “Jesús es el Rey de nuestro corazón, de nuestra familia”.

  Pero en la Liturgia de la Palabra de este día, de la alegría del recibimiento triunfal, pasamos al dolor de la Pasión de Jesús. Empezando por el canto de Isaías al Siervo Sufriente, siguiendo por la kenósis o vaciamiento del Hijo de Dios hecho hombre y abatido en la cruz que entona S. Pablo, para terminar con el relato de la Pasión de Jesús según S. Lucas, el evangelio de este ciclo que es el tercero: el C.

Los rasgos de esta narración de Lucas que más me llaman la atención son:

  1. La mirada de Jesús a Pedro cuando le negó tres veces. Mirada tierna de amor y compasión, de perdón y misericordia.
  2. Jesús misericordioso, consolando a las mujeres de Jerusalén que lloran por él, con una compasión afectiva.
  3. Las figuras de la Verónica y del Cirineo, ayudando a Jesús, que debemos imitar ayudando a todos los que sufren, con una compasión efectiva.
  4. La entrega confiada de Jesús a Dios antes de morir: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. Queremos que sea también nuestra última expresión en la vida terrena.

Jesús nos enseña a llevar nuestra cruz (cruces de enfermedades, de pruebas en la vida de familia, trabajo y sociedad) hacia donde él apunta: al don, entrega y servicio de caridad. Participaremos en su gloria, ya desde aquí en la tierra, yendo con la cruz en pos de él.

  San Proclo de Constantinopla nos anima en este Domingo de Ramos diciendo:

  “El Rey manso y pacífico está a nuestra puerta. El que reina en los cielos sobre los querubines está aquí abajo sentado en un pollino de borrica. Preparemos las casas de nuestras almas, quitemos de ellas esas telas de araña que son las discordias fraternas; que nadie encuentre entre nosotros el polvo de la maledicencia. Derramemos a oleadas el agua del amor y apacigüemos las desavenencias que levanta la animosidad; después salpiquemos el vestíbulo de nuestros labios con las flores de la piedad. Entonces, que surga de nosotros ese mismo grito que brota de la muchedumbre: Bendito el que viene en nombre del Señor, el Rey de Israel ”.

Concluyo con el soneto del poeta gaditano Julio Mariscal Montes (1922-1977) titulado:

  HOSANNA

  ¡Jerusalén! ¡Jerusalén!...Ardía,

traca de “hosannas”, viva, la mañana,

cizañando la esquina y la ventana

con un último ramo de alegría.

  Marceaban los campos; se sentía

orondear la espiga y la manzana,

y esa sangre podrida que engalana

un ramalazo oscuro de agonía.

  Jesús cruzaba entre los ramos; era

raya en el mar, luna de abril subiendo

calles de un mundo tornadizo y loco.

  Se espesaba de azul la primavera,

y entre “hosanna” y “hosanna” iba sintiendo

que empezaba a morir poquito a poco.

 

   j.v.c.


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Cuarto Domingo del Tiempo Pascual 21 de abril de 2024

Hoy nos encontramos con un extraño contraste: solidez y firmeza versus sencillez y humildad.