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Homilías

DOMINGO TERCERO DE CUARESMA

APRENDER LA MISERICORDIA DIVINA EN LA PARÃBOLA DE LA HIGUERA, desde Tokyo por Juan Vicente Catret S.J.

Este domingo tercero de Cuaresma nos habla de la “misericordia divinaâ€. 1º. En la lectura del libro del Éxodo, cuando Dios se aparece a Moisés, le dice: “He visto la opresión de mi pueblo e Egipto...me he fijado en sus sufrimientos, Voy a bajar a librarlos...para llevarlos a una tierra fértilâ€... 2º. En la segunda lectura de la carta primera de S. Pablo a los Corintios, está escrito: “No quiero que ignoréis que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube y todos atravesaron el mar y todos fueron bautizados en Moisés por la nube y el mar; y todos comieron el mismo alimento espiritual; y todos bebieron la misma bebida espiritual, pues bebían de la roca espiritual que les seguía; y la roca era Cristoâ€...Misericordia divina cuyo culmen es Cristo... 3º. En el evangelio, Jesús aprovecha dos desgracias ocurridas: la muerte de unos galileos por orden de Pilato y de 18 personas sobre las que se derrumbó la torre de Siloé, para pedir la conversión de vida. Y Jesús lo hace con esa parábola de la misericordia divina: la “higuera que no da frutoâ€...

¿Qué hacía una higuera plantada en una viña? Las higueras y las viñas son

símbolos del pueblo de Israel. Y aplicadas a nuestra vida humana, nos está

diciendo esa higuera sin frutos, que el Señor es compasivo y nos concede cada

año, cada mes y cada día, una nueva oportunidad para la conversión y dar

frutos. ¿Qué frutos? Más bondad, más pureza y transparencia, más paz,

alegría y servicio de amor al prójimo, más interceder ante el Señor por otros,

más compasión que es sentir como propias sus penas y alegrías...Para ello

necesitamos que el Señor “nos abone” con su gracia, con la oración a la que

escucha y nos responde...Pidamos al Señor que espere todavía un poco más...

San Cipriano tiene un texto precioso sobre el “imitar la paciencia de Dios”.

Dice: “¡Qué grande es la paciencia de Dios! Lo vemos actuar con una paciencia

sin igual tanto con los culpables como con los inocentes, con los fieles como

con los impíos, con los que son agradecidos como con los que son ingratos.

Para todos ellos los tiempos obedecen a las órdenes de Dios, los elementos se

ponen a su servicio, los vientos soplan, las fuentes manan, las cosechas

crecen en abundancia, el racimo madura, los árboles rebosan de frutos, los

bosques verdean y los prados se cubren de flores. Aunque tiene el poder de

vengarse, prefiere esperar pacientemente largo tiempo y diferir, con bondad,

para que, si es posible, con el tiempo se atenúe la malicia y el hombre retorne

de nuevo a Dios, según lo que Él mismo nos dice en estos términos: No quiero

la muerte del pecador, sino que se convierta de su coducta y viva. Y también:

Convertíos al Señor Dios vuestro, porque es compasivo y misericordioso, lento

a la cólera y rico en piedad.

Este domingo, dentro del “Año de la misericorida” ideado por el Papa

Francisco, nos viene muy bien para recibirla y llevarla al prójimo.

Concluyo con una poesía de la uruguaya Juana de Ibarbourou (1892-1979):

LA HIGUERA

Porque es áspera y fea,
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porque todas las ramas son grises,

yo le tengo piedad a la higuera.

En mi quinta hay cien árboles bellos:

ciruelos redondos,

limoneros rectos

y naranjos de brotes lustrosos.

En las primaveras,

todos ellos se cubren de flores

en torno a la higuera.

Y la pobre parece tan triste

con sus gajos torcidos que nunca

de apretados capullos se visten.

Por eso,

cada vez que yo paso a su lado

digo, procurando

hacer dulce y alegre mi acento:

- Es la higuera el más bello

de los árboles todos del huerto.

Si ella escucha,

Si comprende el idioma en que hablo,

¡qué dulzura tan honda hará un nido

en su alma sensible de árbol!

Y tal vez, a la noche,

cuando el viento abanique su copa,

embriagada de gozo le cuente:

- Hoy a mí me dijeron hermosa. j.v.c.


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Cuarto Domingo del Tiempo Pascual 21 de abril de 2024

Hoy nos encontramos con un extraño contraste: solidez y firmeza versus sencillez y humildad.