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Homilías

PERMANECER

Sexto Domingo del Tiempo Pascual 240505

Las lecturas bíblicas de este día comienzan con un episodio de los Hechos de los Apóstoles (capítulo 10), seguido del Salmo 97, un trozo de la Primera Carta de Juan y finalizan con el capítulo 15 del Evangelio de San Juan. De este trozo partiremos en nuestra reflexión.

PERMANECER

“Permanezcan en mi amor” son las palabras claves del mensaje de Jesús, pronunciadas en este solemne momento de la Última Cena.

 

La palabra “Permanecer” nos está hablando de un modo muy particular de vivir en un lugar. Uno puede pasar por un sitio, puede que nos guste, que nos den ganas de quedarnos… pero seguimos de largo. Uno puede alojar en un lugar, en un hotel, en una pensión, en una residencial, pero después paga y se va. Uno puede quedarse a alojar en casa de parientes o amigos, pero sabe que va a tener que irse, para no ponerse pesado. Uno puede arrendar una casa y habitarla por el tiempo que sea necesario, pero sabe que un día se va a cambiar. ¿Pero eso es PERMANECER? No tanto.

 

La palabra “Permanecer” tiene un sentido y un sabor especial. Es algo definitivo, decidido “sin vuelta”. Sabemos que Dios es fiel. Sabemos que Él permanece en su Creación, dándole la existencia al Universo, dándonos la vida a todos los vivientes. Más aún: el soplo divino llega hasta nosotros, los humanos, dotándonos de inteligencia y voluntad; nos hace capaces de amar… pero nos hace libres. Esto significa que podemos ser indiferentes al Amor de Dios; no permanecer con Él; incluso podemos llegar a rechazarlo.

 

Dios tiene la iniciativa: Él nos amó primero. En la primera lectura bíblica vemos cómo Dios derrama su Gracia amorosa sobre un grupo de paganos, encabezados por un centurión romano, Cornelio, sólo porque lo deseaban. El “deseo de Dios” bastó para que el Espíritu divino los inundara como en un nuevo Pentecostés. Vemos que en esa oportunidad San Pedro se preguntó: “¿Cómo les puedo negar el Bautismo si ya recibieron el Espíritu Santo?”.

 

La segunda lectura bíblica nos refuerza en la misma convicción: Dios nos ama primero y lo manifestó enviándonos a su Hijo. Ahora retomemos las palabras con las que iniciamos nuestra reflexión. Son las palabras de Jesús: “Permanezcan en mi amor”. Él entra en nosotros; nosotros entremos en Él y quedémonos en Él y con Él.

 

¿Queremos permanecer en el amor de Jesús? ¿Queremos permanecer en Jesús? Básicamente, seamos fieles a los Mandamientos de Dios que el mismo Jesús los resume en el AMOR A DIOS Y AMOR AL PRÓJIMO.

Algunas sugerencias para que prosperen nuestros buenos propósitos,

  1. Adoración: lo más precioso que tenemos es nuestro tiempo. Destinemos un tiempo simplemente para estar con Dios. En la Adoración no tenemos nada más que hacer ni que decir: sólo ponernos en la presencia de Dios y reconocerlo en un acto de Fe. Si no tenemos palabras, no importa. Por último, podemos rezar el Credo.
  2. Inspirarnos en un trocito bíblico y contemplar la escena, como si estuviéramos presentes.
  3. Procurar ver el rostro de Jesucristo en las personas con quienes nos vamos encontrando a lo largo del día.

 

Hagamos la prueba y sentiremos el gozo de PERMANECER en el Amor.

 

 


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Mientras tanto, veamos qué nos dice “ALETEIA” sobre los DONES DEL ESPÍRITU SANTO. En la Homilía dominical veremos cómo aplicarlos a nuestra vida ordinaria.