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Homilías

EL BUEN PASTOR ES LA PIEDRA ANGULAR

Cuarto Domingo del Tiempo Pascual 21 de abril de 2024

Hoy nos encontramos con un extraño contraste: solidez y firmeza versus sencillez y humildad.

EL BUEN PASTOR ES LA PIEDRA ANGULAR

Textos bíblicos del Cuarto Domingo del Tiempo Pascual

  • Hechos de los Apóstoles   4, 8-12
  • Salmo 117 (118)
  • Primera carta de san Juan   3, 1-2
  •   Evangelio de San Juan 10, 11-18

 

Hoy nos encontramos con un extraño contraste: solidez y firmeza versus sencillez y humildad.

 

En la primera lectura, refiriéndose a Jesús, san Pedro dice:  “Él es la piedra que ustedes, los constructores han rechazado, y ha llegado a ser la piedra angular”. Hace referencia al salmo 117 que canta “La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular”. ¿A qué se podía estar refiriendo el salmo, cuando fue compuesto, varios siglos antes de Cristo? Sin duda quería expresar una acción de gracias del pueblo de Israel, después de haberse librado del destierro y opresión de alguna nación extranjera.  San Pedro aprovecha este trozo del salmo para evangelizar, para anunciar al Señor Resucitado que ha vencido a la muerte y que quiere ofrecernos una nueva vida. En este trozo, se nos presenta a Jesús como la FUERZA, la ENERGÍA, la SOLIDEZ.

 

Aquí viene lo curioso: el contraste entre la solidez y firmeza versus la sencillez y humildad. En el trozo del Evangelio, Jesús se nos presenta como el Buen Pastor. Yo soy el buen Pastor”. Los que hemos tenido la oportunidad de conocer y alternar, o al menos observar pastores cuidando sus rebaños, hemos visto cómo cuidan a sus ovejitas, cómo conocen a cada una, cómo se preocupan de llevarlas donde tengan buen pasto. Los pastores se ven personas que viven sencillamente, tranquilos, observadores y atentos a las variables del tiempo. Tanto ahora como en tiempos de Jesús, los pastores no son gente elegante ni gozan de muchas comodidades. Son gente familiarizada con la Naturaleza de la que aprenden sus secretos mejor que algunos académicos con muchos estudios. Éste es el tipo humano con el que Jesús quiere sentirse identificado. Jesús es pastor. No olvidemos que Jesús es descendiente de un pastorcito - David - que llegó a ser Rey de Israel. Pero Jesús quiere añadir: “El buen Pastor da su vida por las ovejas”. ¡Aquí se retrata!

 

Y nosotros, ¿Qué sentimos cuando pensamos en Jesús? Posiblemente nos atrae la figura del pastor: toca nuestras fibras más sensibles. Probablemente nos viene a la mente el salmo que hemos cantado tantas veces: “El Señor es mi pastor, nada me puede faltar”. Una vez más, nos dejamos conmover con el tema de las “verdes praderas”, el “agua del solaz” y tratamos de no tenerle miedo a la “oscura quebrada”. Nos gustaría creerle al salmo, pero, a pesar de todo, a veces, nos sentimos desfallecer.

 

Es entonces cuando viene a nuestro encuentro Jesús, la Piedra Angular. A esta ROCA nos queremos agarrar. Ésta es la PIEDRA en la que queremos consolidar la construcción de nuestra Fe. Jesús quiere darle solidez a nuestra Fe. ¿Y cómo lo hace?  Con su Misterio Pascual: ¡su Muerte y Resurrección! Aquí está nuestra fuerza. “Yo doy mi vida para recobrarla. Nadie me la quita, sino que la doy por mí mismo. Tengo el poder de darla y de recobrarla”.

 

Porque le creemos a Jesús, Él, Hijo único de Dios, nos hace sus hermanos y por lo tanto comparte con nosotros el ser hijos de Dios. San Juan, en la lectura de hoy nos lo dice textualmente:  “desde ahora somos hijos de Dios”. ¿Y cuál es la consecuencia? La consecuencia es nuestra propia resurrección. San Juan dice: “seremos semejantes a Él, porque lo veremos tal cual es”. Esto debe empezar desde ahora. Es cierto que, en la Vida Eterna, las palabras de San Juan las gozaremos en su plenitud. ¿Pero ahora, nada? Ahora, sí. Bastante. Al menos, algo. Si abrimos nuestro corazón al Espíritu Santo, Él nos lleva a amar más a Jesucristo. Si abrimos nuestro corazón a Jesucristo, Él nos conduce al Padre. Así, vamos anticipando algo de lo que gozaremos plenamente en la Vida Eterna.

 

Para terminar: La Piedra angular fortalece nuestra FE.

El Buen Pastor  nos conduce en la ESPERANZA  y nos regala  su AMOR

 

Me pregunto:

  1. ¿Cómo está mi Fe?
  2. ¿Me he acordado de rezar de todo corazón por el Papa, los obispos, sacerdotes, diáconos, ministros y catequistas que tienen la responsabilidad de desempeñarse como verdaderos pastores?
  3. ¿He caído en la cuenta  que yo también tengo la responsabilidad de apoyar a mis prójimos en la Fe con mi vida coherente, el buen ejemplo y las palabras adecuadas?

 

 

 


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