Documento sin título

Homilías

SOLO TÚ ERES SANTO

1 de Noviembre: TODOS LOS SANTOS

Santo eres, en verdad, Señor, fuente de toda santidad.

TODOS LOS SANTOS (1 de noviembre)

¡Cuántas veces hemos rezado, repetido y cantado: “porque sólo Tú eres Santo”!

¿Habíamos pensado que ésa es la verdad y no otra?

Sí. Sólo Dios es Santo. Ya lo encontramos en la vocación del Profeta Isaías y en otros innumerables trozos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento.

Entonces, ¿Por qué hablamos de tantas personas que consideramos “santas” o “santos”? ¿Dónde está la “santidad” de tantos hombres y mujeres que la Iglesia ha canonizado a lo largo de la historia… e incluso más, de aquéllos que no han sido canonizados?

La SANTIDAD DE DIOS está en su Vida, su Naturaleza, su Gracia, su Amor. Todo su Ser es Santidad. De esto nos habla San Pablo en la segunda lectura bíblica de hoy.

Todo lo que Dios ha creado, el Universo entero, todo está impregnado de Dios, de su Espíritu. Toda la Creación está impregnada del Creador. Con mayor razón, todos los seres vivientes están impregnados de la Vida de Dios.

Y aún con mayor razón, a nosotros, los seres humanos Dios ha querido darnos la plenitud de su Vida, de su Espíritu, de su Gracia, de su Naturaleza, su Santidad. ¡Y lo hizo!  Esto es lo que Dios llevó a cabo al asumir la Naturaleza Humana en su Hijo Jesús.

En Jesús está la plenitud del Espíritu divino, de la Vida divina, de la Naturaleza divina, de la Gracia divina, de su Amor. Porque Jesús es Dios. Por eso le repetimos y le cantamos una y otra vez a Jesús: “porque sólo Tú eres Santo”

¿Y dónde está la santidad de los demás humanos? ¿Dónde está nuestra santidad?

Todo es GRACIA. La Gracia es un regalo. Si es regalo, es gratis. La Gracia es un don gratuito de Dios, que Él nos ofrece si nosotros queremos recibirla. Es tanto lo que nos ama Dios que respeta nuestros tiempos, nuestras disposiciones, nuestra libertad. Dios nos ofrece su Gracia. Lo hace a través de su Hijo Amado, Jesucristo.

A esto vino Jesucristo al incorporarse a nuestro mundo, a nuestra vida, a nuestra historia: Jesús vino a ofrecernos su mayor regalo: su Amor, su Gracia, su Vida, su Espíritu. Nos lo presenta, nos lo ofrece de regalo y sólo nos pregunta: “¿Me crees, lo quieres?” Y si nuestra respuesta es afirmativa, nos abrirá su Corazón y derramará su Gracia, en la medida de nuestra DISPOSICIÓN.

A partir de nuestro Bautismo, Jesús comienza a derramar su Gracia en nuestras almas, confiando en la disposición de Fe de nuestros padres y padrinos. Después, fuimos nosotros mismos los que abrimos nuestros corazones a la Vida Divina. Nosotros quisimos recibirlo en la Comunión, después quisimos impregnarnos de su Espíritu en la Confirmación. Así también, escuchando las enseñanzas de Jesús en el Evangelio, hemos continuado abriendo nuestros corazones más y más a su Gracia. En eso estamos.

Mientras más DISPUESTOS nos hallemos, más abundantes serán sus dones. Éste es el secreto de los santos y santas.

En el trozo evangélico de hoy, Jesús predica las BIENAVENTURANZAS. En un lenguaje sencillo, al alcance de todos, quiere señalarnos la DISPOSICIÓN de nuestras personas para recibir su Gracia. ¿Cuánto quiero recibir de Dios, a cuánto estoy dispuesto?

Ésa será la medida de nuestra santidad. Jesús está dispuesto a darnos TODO. Él nos dará TODO lo que nosotros estemos dispuestos a recibir de su Santidad, de su Vida, de su Gracia, de su Espíritu, de su Amor…

El primer trozo bíblico, del Apocalipsis, quiere motivarnos a la esperanza. Sí. Son muchos, son innumerables los “señalados”. Recordemos que para los israelitas el número 12 es un número de plenitud. ¡Cuánto más son doce por doce: ciento cuarenta y cuatro! Y eso por Mil: Ciento cuarenta y cuatro mil. Es un número inmenso. Estaban dispuestos: dieron su vida por Cristo. Son BIENAVENTURADOS. Son felices porque gozan de la plenitud del Amor de Dios.

Abramos nuestro corazón con CONFIANZA. Dios nos invita a todos a la Santidad. No seremos nosotros los que nos “vamos a hacernos santos”. Es Él quien nos va santificando en la medida de nuestra disposición. Cuando oremos, digámosle al Señor: “Alma de Cristo, santifícame” … “Dame tu AMOR Y TU GRACIA, que esto solo me basta”. Amén.

I.A.


En breve

COMUNIDAD VIRTUAL

Nuestro EQUIPO lo hemos integrado laicos y sacerdotes de distintos países y edades. Nos vincula la Fe, la Esperanza y el Amor. Unámonos en familia, cantando y compartiendo la Palabra de Dios.

EL CRISTO DE LOS RACIMOS

Domingo Quinto del Tiempo Pascual

Meditación sobre un cuadro colonial que admiramos en la iglesita de Toconao, en el Altiplano de la Segunda Región