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Homilías

25 DE DICIEMBRE: NATIVIDAD DEL SEÑOR

MISTERIO DE DIOS Y MISTERIO DEL HOMBRE por Juan Vicente Catret S.J.

La Navidad refleja el misterio de Dios, al que tantas palabras, símbolos y obras de arte han querido expresar, pero tan sólo han conseguido balbucearlo, porque como dice San Juan en el prólogo de su evangelio: “A Dios nadie lo ha visto jamás”...Y también Navidad es reflejo del misterio del hombre, porque es el anuncio de que Dios se ha hecho hombre, y así los humanos nos sentimos como el lugar al que Dios desciende como amor. Por eso, hoy tenemos que afirmar: Creo en Dios y creo en el hombre.

   La Navidad nos muestra a Dios en clave “kenótica”, que quiere decir “rebajamiento”. Sí, Dios se ha rebajado por amor y ha tomado nuestra carne. Esa debilidad de Dios hecho niño, nos muestra que Dios se ha hecho hombre para que el hombre pueda ser Dios. Somos hijos de Dios, hermanos de Jesucristo, herederos de su gloria.

  Hay muchos modos de celebrar la Navidad:

La “Navidad consumista”, en la que todo se va en obsequios, almacenes repletos de Santa Claus o Papás Noel y de regalos que los pobres no pueden comprar.

La “Navidad familiar y emotiva”, que se vive en la familia y amistades, buena pero que debe estar orientada bajo la fe y asistencia a la Misa.

La “Navidad del mundo”, pues es un hecho ontológico que el Eterno ha aceptado hacerse tiempo, el Infinito que se hace límite.

  Y esto nos lleva a la “Navidad de Belén”, a la “kenosis divina” (vaciamiento hasta la Cruz redentora por amor). S. Ignacio lo contempla así en sus “Ejercicios Espirituales”, cuando escribe en el n. 116:

  “Mirar y considerar lo que hacen (María y José), así como es el caminar y trabajar, para que el Señor sea nacido en suma pobreza, y al cabo de tantos trabajos de hambre, de sed, de calor y de frío, de injurias y afrentas, para morir en cruz; y todo esto por mí”.

  Hoy, en la primera lectura, el profeta Isaías nos anima a admitir que el Niño Jesús (Manuel lo llama y significa “Dios con nosotros), cura nuestra ceguera con su luz, nos da alegría, nos libera de la esclavitud, nos ofrece la paz. Y en la segunda lectura, S. Pablo escribe a Tito: “Ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres”. Y S. Lucas en el evangelio, con entrañable ternura nos presenta ese anonadamiento del Hijo de Dios, subraya el elemento de “sorpresa” en los pastores, nos anima a despertarnos y salir en búsqueda del Niño Jesús sirviendo por amor al prójimo. Es el gran don de la Navidad.

  No tuvieron sitio en “la posada”, pero hagámosle sitio en nuestros corazones. Y precisamente quiero concluir con la bonita poesía de José Miguel Garrido (1500-1530) titulada:

                       LAS POSADAS

  En el nombre del cielo, os pido posada,

pues no puede andar, mi esposa amada.

  Aquí no es mesón, sigan adelante,

pues no voy a abrir, no sea algún tunante.

  Rendidos venimos, desde Nazareth,

yo soy carpintero, de nombre José.

  No me importa el nombre, déjenme dormir,

pues que yo les digo, que no voy a abrir.

  No sean inhumanos, tengan caridad,

que el Dios de los cielos, se lo premiará.

  Ya se pueden ir, y no molestar,

porque si me enfado, os voy a apalear.

  Posada te pide, amado casero,

por sólo una noche, la Reina del cielo.

  Si es que es una reina, quien lo solicita,

¿por qué es que de noche, anda tan solita?

  Mi esposa es María, la Reina del cielo,

y Madre va a ser, del Divino Verbo.

  Eres tú José, tu esposa es María,

entren peregrinos, no los conocía.

  Bendita la casa, que abre en este día

a la Virgen Reina, la hermosa María.

  Entre tantos peregrinos, reciban esta mansión,

que a la pobre enamorada, yo le doy el corazón.

  Cantemos con alegría, vamos a considerar:

Jesús, José y María, nos vienen a visitar.

 

  j.v.c.


En breve

COMUNIDAD VIRTUAL

Nuestro EQUIPO lo hemos integrado laicos y sacerdotes de distintos países y edades. Nos vincula la Fe, la Esperanza y el Amor. Unámonos en familia, cantando y compartiendo la Palabra de Dios.

EL PAN DE LA ESPERANZA

Domingo 16° del Año Litúrgico 240728

¿Todavía rezamos "Danos hoy nuestro pan de cada día"? Cuando observamos los distintos males que suceden en el mundo y a nuestro alrededor, ¿no nos pasa que a veces nos desanimamos, perdemos la esperanza o nos ponemos escépticos? ¿Qué hacemos para sobreponernos y vencer esa natural tentación negativa? ¿De verdad, sabemos poner nuestra Esperanza en Dios y nos dejamos iluminar por Él?