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Homilías

LAS TENTACIONES DE JESÚS Y LAS NUESTRAS por Juan Vicente Catret SJ

6 DE MARZO: PRIMER DOMINGO DE CUARESMA

Celebramos este domingo primero de Cuaresma con el evangelio que nos habla de las tentaciones de Jesús en el desierto. El miércoles pasado apodado con el nombre de “miércoles de ceniza†fue el punto de partida.

A mí me gusta ver ese “símbolo de la ceniza” en dos sentidos: 
El primero es negativo: “la ceniza” nos recuerda las palabras de Dios a Adán tras cometer éste último el “pecado original”. Dios le dice en el Génesis (cap.3) que “eres polvo y en polvo te convertirás”. También nosotros por mucho tiempo que vivamos somos polvo, ceniza, barro, y con la muerte en eso se convertirá nuestro cuerpo. Bien, pues ¿Qué quiere Dios que convirtamos en ceniza este año? ¿Cuáles han sido las raíces de nuestros pecado y demás faltas? ...Con esa ceniza, estamos pidiendo al Señor que nos perdone y convierta en nada, en barro todo eso. Se trata de la “purificación de los sentidos” y de la “purificación de las tres potencias del alma: memoria, entendimiento y voluntad”.   El segundo sentido de “la ceniza del miércoles” es positivo: es ponerse en las manos de Dios otra vez, y pedirle que entre sus manos nos “moldee” como barro que somos. Como decía San Pablo en una de sus cartas: “llevamos este tesoro en vasijas de barro”. Ese tesoro es la “fe” y el “amor” a Dios por medio de Jesucristo nuestro Señor. 
  Volviendo al Evangelio de este domingo, vemos y oímos las “tres tentaciones” que el diablo le pone a Jesús: “convertir las piedras en pan”, darle el poder y la gloria de todo lo que es”, la tercera “tirarse abajo desde el alero del templo”. Jesús las vence a las tres tentaciones, con la respuesta de que él cumple la Palabra de Dios Padre” y nada más. Esas tentaciones son como “tres atajos” por los cuales Satanás quiere desviar a Jesús de la fidelidad al Padre, El atajo de la “popularidad fácil”, reduciendo la salvación a la sola dimensión económica (la piedra convertida en pan); el atajo del “poder” (todo esto será tuyo; dicho sea de paso, es lo que pretende el dictador de Rusia Putin); y tercer lugar el atajo del “triunfo espectacular” (tirarse desde arriba del templo). 
  También nosotros tenemos esas “tres tentaciones”, que San Juan en su primera carta (cap.3) llama: “tres tentaciones hay en el mundo: la tentación de la carne, las tentaciones de los ojos, y la soberbia de la vida”. Hay que vencerlas con fe, esperanza y caridad. “La carne” con un amor verdadero ese “ágape”: amor oblativo; esos “ojos” con la esperanza de que Dios nos dará todo lo que necesitemos; esa “soberbia” con la fe que obedece a la voz de Dios manifestada en la Iglesia a través de la voz del Papa y de nuestros superiores. 
  San Ambrosio de Milán, en su Comentario al Evangelio de San Lucas IV, 7-12 escribe: 
   Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, 
     Mientras era tentado por el diablo 
  Recuerdo que el primer Adán fue expulsado del Paraíso al desierto y fíjate en que el segundo Adán va del desierto al Paraíso. En efecto, ves cómo la primera condenación se desata tal como se había atado, y cómo los beneficios divinos se restablecen sobre los mismos pasos antiguos. Adán viene de una tierra virgen. Cristo viene de la Virgen: aquel hecho a imagen de Dios, éste es la imagen de Dios; aquel fue puesto por encima de todos los animales irracionales, éste por encima de todos los seres vivos. A través de una mujer vino la insensatez; a través de una virgen, la sabiduría: la muerte vino de un árbol, la vida por la cruz. El primero, desnudado del vestido espiritual, se trenzó un vestido con hojas de árbol; el segundo, desnudado del vestido de este mundo, no deseó nunca un vestido material. 
  Adán fue expulsado al desierto; Cristo fue al desierto porque sabía dónde encontrar al condenado, a quien devolvería al Paraíso liberado de su falta. Aquel que, sin guía, había perdido en el Paraíso el camino que seguía, ¿Cómo hubiera podido encontrar de nuevo sin guía el camino perdido en el desierto? Allí las tentaciones son numerosas, difícil el esfuerzo por la virtud, y fácil de dar pasos en falso y caer en el error. Sigamos, pues, a Cristo tal como está escrito: Al Señor, vuestro Dios, seguiréis y viviréis unidos a Él”. 
  Termino con un soneto de S. Fernández, en sus “Salmos del Caminante”, titulado: 

    Eran tan vistosas la voces aquellas 

Eran tan vistosas las voces aquellas que yo no sabía si dejarlas solas, 
sin olvidar sus brillos y sus aureolas o volver de nuevo otra vez a ellas. 

  No sé si lo eran, parecían tan bellas,
me ofrecían mares llenos de amapolas,
mundos de colores, vaivenes y olas,     
soles por el día y de noche estrellas.   

Cuando en un aparte, yo me desprendía de mis propios ojos de mirar cansado, empezaba a verme de pronto vacío. 

      No sé si gozaba, no sé si sufría.
Y entonces, queriendo tenerte a mi lado,
buscaba tu rostro, Dios mío. 
 
   Esas “voces”, me parece que aluden a las “tentaciones” 
 
      j.v.c. 


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¿YO… PAN?

EN LA NOCHE DE LA CENA DEL SEÑOR

Vamos a imaginar una curiosa entrevista. Vamos a entrevistar a un grano de trigo. “¿Usted se va a convertir en pan? "