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Homilías

10 DE MARZO: DOMINGO PRIMERO DE CUARESMA

“EN TODO SEMEJANTE A NOSOTROS†desde Tokyo por el P. Juan Vicente Catret S.J.

La postura ante la Cuaresma, como ante toda la vida cristiana, está en poner la persona de Jesús en el centro de nuestra atención.

   

   Empezamos la Cuaresma con el “miércoles de ceniza”, que tiene dos sentidos: uno negativo: ¿qué quiere el Señor que yo haga cenizas en mi corazón? ¿Mi pasión o defecto fundamental?...Y otro sentido positivo: Pongámonos en manos del Señor, como cenizas o barro maleable, para que él nos haga de nuevo a su imagen y semejanza.

 

  Y luego veamos cómo se muestra Jesús en el relato de Lucas sobre las tentaciones de Jesús en el desierto.

 

  1. Jesús impulsado por el Espíritu Santo, siempre sensible a sus mociones,

“fue llevado al desierto”. Él se dejó llevar: “yo hago siempre lo que le agrada al Padre” y también al Espíritu. También nosotros tenemos que ser personas espirituales, guiadas por las inspiraciones del Espíritu Santo.

 

  1. El desierto fue también una dimensión importante en la vida del Pueblo

de Dios, que lo cruzó durante 40 años. Jesús estuvo en el desierto 40 días. Y nosotros necesitamos de estos 40 días de Cuaresma con una cura de silencio para reorientar nuestras vidas.

 

  1. Jesús se dejó tentar por Satanás. Es semejante en todo a nosotros menos

en el pecado. Nosotros zarandeados por “el mundo, el demonio y la carne”, estamos presa de nuestros instintos desordenados. Pero Jesús nos ofrece el consuelo de soportar como nosotros la tentación exterior. Nosotros debemos vencer las tentaciones materiales, recordando que “no sólo de pan vive el hombre”. Es la primera tentación.

 

  La segunda tentación de Jesús fue la de elegir un mesianismo triunfalista. “Te daré el poder y la gloria de todo eso. Si tú te arrodillas ante mí, todo será tuyo”. Nosotros podemos también sentir la tentación de conquistar el poder, ¿para ejercer desde allí una acción salvadora?...

 

  Pero la respuesta de Jesús fue: “Al Señor tu Dios adorarás y a Él sólo darás culto”. Jesús se inclinó por un mesianismo de sumisión exclusiva a Dios. También nosotros debemos elegir una misión cristiana como dice el “principio fundamental ignaciano de “alabar, reverenciar y servir a Dios” solamente.

 

  Finalmente, en la tercera tentación, Satanás recurrió a la aparente confianza en Dios para triunfar. “Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: Encargará a sus ángeles que cuiden de ti”. Es el milagrismo gratuito. La confianza en Dios no nos exime de nuestra responsabilidad y colaboración personal con Dios en la misión cristiana.

 

  Jesús vuelve a recurrir a la Escritura: “Está mandado. No tentarás al Señor tu Dios”. No hay que ponerse en peligros y situaciones superiores a nuestras fuerzas, bajo capa de confianza en Dios.

 

  Lo que debemos hacer para vencer las tentaciones es recurrir a Dios por la oración: “A Dios rogando y con el mazo dando”. Y confiar en Dios: “no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del mal”.

 

  Termino con un soneto de Sebastián Fernández de 1999 titulado:

 

        ERAN TAN VISTOSAS LAS VOCES AQUELLAS

 

  Eran tan vistosas las voces aquellas

que yo no sabía si dejarlas solas,

sin olvidar sus brillos y sus aureolas

o volver de nuevo otra vez a ellas.

 

  No sé si lo eran, parecían bellas,

me ofrecían mares llenos de amapolas,

mundos de colores, vaivenes y olas,

soles por el día y de noche estrellas.

 

  Cuando, en un aparte, yo me desprendía

de mis propios ojos de mirar cansado,

empezaba a verme de pronto vacío.

 

  No sé si gozaba, no sé si sufría.

Y entonces, queriendo tenerte a mi lado,

buscaba tu rostro, tu rostro, Dios mío.

 

  Si, las tentaciones son así: como mares de amapolas, soles y estrellas, pero al final sólo queremos “tener al lado a Jesús...

 

  j.v.c.

 


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¿YO… PAN?

EN LA NOCHE DE LA CENA DEL SEÑOR

Vamos a imaginar una curiosa entrevista. Vamos a entrevistar a un grano de trigo. “¿Usted se va a convertir en pan? "