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Homilías

7 DE OCTUBRE: DOMINGO 27 DEL TIEMPO ORDINARIO

EL VÃNCULO DEL AMOR desde Tokyo por Juan Vicente Catret S.J.

El evangelio de este domingo se centra en la fidelidad matrimonial y el amor a los niños. Se ha dicho en teología que el fin del matrimonio es doble: compartir el amor y la reproducción de los hijos. Y así es. Y también debemos decir que existe igualdad entre hombre y mujer, porque la “imagen de Diosâ€, a la que todos hemos sido creados, reside en el alma y no en el cuerpo.

  Jesús está contra todo divorcio, siguiendo la enseñanza de la primera lectura de hoy tomada del Génesis 2, y en la segunda lectura de la carta a los Hebreos concluye: “El santificador y los santificados, proceden todos del mismo. Por eso no se avergüenza de llamarlos hermanos”.

  Ese vínculo del amor lleva a Jesús a dar el ejemplo de abrazar a los niños y exclamar: “Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que son como ellos es el Reino de Dios”...

  No puede existir la verdadera felicidad, cuando se está solo en la felicidad. El hombre, en estado de separación, no puede gustar la propia felicidad. El “no está bien” separar lo que Dios ha unido que dice el Génesis, afecta al hombre en su vida social, psíquica y afectiva. Así pues el matrimonio es un proyecto de amor, vida, armonía, luz, unidad. Debemos decir que hay entre hombre y mujer tres clases de amor: eros que es el amor primero y atractivo entre dos personas de diverso sexo; filía que es el amor de amistad y compartir ideas, sentimientos, proyecto de vida; y agape que es el amor oblativo con que uno se da a la otra...

  El Papa San León Magno (390-461) predicó también sobre el “Dejad que los niños se acerquen a mí” y dijo:

   “Cristo ama la infancia, que al principio él mismo asumió tanto en su alma como en su cuerpo. Cristo ama la infancia, que enseña humildad, que es la norma de la inocencia, el modelo de la dulzura. Cristo ama la infancia, hacia la que orienta la conducta de los adultos, hacia la que conduce a los ancianos y llama a imitar su propio ejemplo a aquellos que deseen alcanzar el reino eterno...Es esta forma de humildad la que nos enseña el Salvador cuando era niño y fue adorado por los magos”.

  Termino con una poesía del poeta mejicano Enrique González Martínez (1871-1952) titulada:

                      A LA QUE VA CONMIGO

 

  Iremos por la vida como dos pajarillos

que van en pos de rubias espigas, y hablaremos

de sutiles encantos y de goces supremos

con ingenuas palabras y diálogos sencillos.

  Cambiaremos sonrisas con la hermana violeta

que atisba tras la verde y oscura celosía,

y aplaudiremos ambos la célica harmonía

del amigo sonriente que es músico y poeta.

  Daremos a las nubes que circundan los flancos

de las altas montañas nuestro saludo atento,

y veremos cuál corren al impulso del viento

como un tropel medroso de corderillos blancos.

  Oiremos cómo el bosque se puebla de rumores,

de misteriosos cantos y de voces extrañas:

y veremos cuál tejen las pacientes arañas

sus telas impalpables con los siete colores.

  Iremos por la vida confundidos en ella,

sin nada que conturbe la silenciosa calma,

y el alma de las cosas será nuestra propia alma

y nuestro propio salmo, el salmo de la estrella.

  Y un día, cuando el ojo penetrante e inquieto

sepa mirar muy hondo, y el anhelante oído

sepa escuchar las voces de lo desconocido,

se abrirá a nuestras almas el profundo secreto.

 


En breve

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Nuestro EQUIPO lo hemos integrado laicos y sacerdotes de distintos países y edades. Nos vincula la Fe, la Esperanza y el Amor. Unámonos en familia, cantando y compartiendo la Palabra de Dios.

¿YO… PAN?

EN LA NOCHE DE LA CENA DEL SEÑOR

Vamos a imaginar una curiosa entrevista. Vamos a entrevistar a un grano de trigo. “¿Usted se va a convertir en pan? "